REMINISCENCIA DE IGNACIO LONDOÑO Y SUS HIJOS


1. LA FIGURA DEL DOCTOR LONDOÑO
1.1. Personalidad y relaciones
Los nietos Vallejo y Jaramillo lo recuerdan como un hombre culto y distinguido, cuidadoso de su figura varonil (incluso sus manos), con una gran ternura y al mismo tiempo un gran don de mando. Sus hermanos eran personas sencillas, y ninguno se destacó tanto como él. Tuvo negocios con Pedro José y fueron casados con dos hermanas (Virginia con Ignacio y Anita Rosa con Pedro José).

Hombre de mucho empuje y gran capacidad de trabajo; la coincidencia de su plenitud vital con la hegemonía conservadora (1886-1930) no le permitió brillar como era de esperarse por su condición de liberal.

Sobre su papel como Vicerrector del Colegio del Rosario, algunos piensan que era un puesto honorífico. Su condiscípulo el general Rafael Uribe Uribe fue también su competidor y parece que se distanciaron un poco, pero Virginia sí cultivó mayor amistad con el general Uribe y le hacía atenciones a su paso por Manizales.
Durante las guerras civiles de los últimos 30 años del siglo XIX obtuvo el título de Coronel, quizás en la guerra de los mil días.

Las cartas del doctor Londoño revelan una personalidad de gran carácter, con un interés y una ternura especial por su esposa y por sus hijos. El tema de muchas de ellas es el carácter melancólico y pesimista de su esposa Virginia, a la cual da consejos muy acertados. Teresita les trasmitió a sus hijos una imagen más bien triste de su mamá, a la cual siempre recordaba recostada en la cama. Las cartas por lo demás permiten identificar los valores arraigados, sobre todo de la familia y del trabajo.

El empuje de Ignacio en la colonización de La Española y de las fincas del Páramo del Ruiz se ubica dentro de la gesta de la colonización del antiguo Caldas por parte de colonos antioqueños cuyas acciones están reconocidas en los libros de Parsons
y de Santa. Don Fermín Londoño con su esposa y prima doña Carmen Palacio, padres de Ignacio, participaron de ese empuje: se vinieron jóvenes de Abejorral y criaron sus 10 hijos en Manizales, donde nacieron casi todos.

En la apertura de la finca del Quindío vale la pena destacar el acueducto de unos 12 Kmts. que Ignacio construyó desde La Carmelita hasta La Española, inclusive con túneles: Las tierras del Quindío eran fértiles pero con aguas profundas en las cañadas y no siempre bien distribuidas. Se preocupó, inclusive de conseguir por escritura pública los espacios de servidumbre que este acueducto atravesaba.

Desde su viudez en 1914 (alcanzó a vivir viudo doce años) jugó un papel muy importante la relación con las dos hijas mayores -Teresita y Elvia- y los 12 nietos (cinco Vallejo y siete Jaramillo). El marido de Teresita, Jesús María Vallejo Mejía, (originario de El Retiro, Antioquia y pariente cercano por el Mejía) tenía una firma importante de exportación de cacao y de tabaco y de importación de otras mercancías por Buenaventura. Trabajaba con dos de sus hermanos, Francisco y Lázaro. Por eso se radicaron Jesús María y Teresita en Buga y allí nació Ignacio Vallejo. Por malos negocios y afición al juego de Francisco Vallejo, la firma quebró y esto desmoralizó tremendamente a Jesús María. Se regresaron para Manizales pero Jesús María ya no era el mismo, y se desestimuló en su vida de trabajo. Ignacio lo mandó a la Española y allí vivió hasta su muerte. Era hombre que no ingería alcohol y se mostraba taciturno y alejado de la vida social.

Eduardo Jaramillo –negociante próspero y representante de casas extranjeras para importación en Medellín- contrajo nupcias con Elvia la segunda hija. Al tenerse que ir Eduardo y Elvia de Medellín para Manizales por no haber sido fácil la relación de Elvia con sus cuatro cuñadas y primas (todas solteras), Eduardo estableció un negocio en Manizales, pero en uno de los incendios perdió todo; se refugió en el alcohol y se desmoralizó también para el trabajo por lo cual Ignacio lo envió también para la Española, después de haber trabajado un tiempo con Antonio Jota, en el almacén España. El doctor Ignacio emprendió el manejo de la finca con ayuda relativa de sus yernos y mucho liderazgo de Teresita.

Antonio Jota no intervino en la Española sino después de la muerte de Ignacio (1926), y sobre todo después de la sucesión (1927) y partición de la hacienda. Mientras tanto era un comerciante exitoso, primero en Armenia y luego en Manizales, con el “Almacén España”.

Esta “división de trabajo” compactó en un grupo homogéneo a los primos Vallejo y Jaramillo alrededor de Ignacio, Teresita y Elvia; también jugó un papel importante Merce por las ausencias largas de Teresita en la finca. En cambio los Londoño Mejía, de Antonio Jota, por ser este comerciante en Manizales se criaron un poco aparte del resto de sus primos y sólo empezaron a frecuentar “La Española” después de la división (al comienzo de la década de los 30), en la que le fue adjudicada a Antonio Jota la casa vieja de la hacienda con sus aledaños. La partición la hicieron entre otros Ricardo Londoño Mejía, pariente cercano.

La familia Vallejo Londoño recibió en herencia “El Ocaso”, la más grande de las tres y la que tenía más zona de bosque (La montaña del Ocaso, hoy reserva forestal). La actual casa fue construida en gran parte por Ignacio Vallejo que vivía y trabajaba allí desde los 15 años, ayudado en parte por Arturo (fallecido trágicamente por el haber pisado una primaria de la energía en 1948, a los 33 años de edad). Allí también vivía Jesús María, como figura de respeto pero sin intervención muy activa. La gran directora de todo era Teresita y les tocó pasar años de estrechez sobre todo al principio cuando recibía en efectivo de Antonio Jota la plata para el mercado y le pagaba con terneros. Leticia y Susana también vivieron en El Ocaso en esos años de estrechez. Merce ya se había ido para el Convento y Alicia estaba casada en Medellín.

La casa de La Alquería, adjudicada a Elvia, era una especie de cuartel de peones de la hacienda y se le hicieron algunas mejoras. Allí vivió Eduardo Jaramillo sus últimos años y allí falleció; la finca fue maneada en los primeros años por José Luis hasta su matrimonio con Marina Arias. A partir de allí la gestión la asumió Antonio Jaramillo. Los nietos Vallejo – Jaramillo viajaban cada año a la Española con Ignacio, Teresita, Elvia, Merce y Alicia, hasta que ésta se casó en 1925 y se fue a vivir a Medellín.

El viaje de Manizales a la Española en vida de Ignacio y hasta que se construyó el ferrocarril Pereira – Armenia , duraba tres días, a caballo, con peones de estribo, bueyes para la carga y silleteros para los niños a quienes transportaban a su espalda: el primer día Manizales-Guayabito; el segundo, Guayabito–Filandia y el tercero, Filandia-La Española. Cuando mejoraron los caminos se hacía en dos: Manizales–Pereira el primero, y Pereira–La Española el segundo.

Para los años 30 ya se podía ir en el día: por tren Manizales–La Carmelita y de ésta, en bestia hasta La Española. Cuenta Marina Arias que tuvo que transitar a caballo en 1940 el camino desde la casa de La Alquería hasta la estación de la Carmelita en el trabajo de parto de su primer hijo Eduardo.
Hoy (año 50 en adelante) puede hacerse en carro desde Manizales en menos de tres horas.
Se destacan en la vida de Ignacio Londoño los siguientes valores:

· Fuerte sentido familiar, con su esposa e hijos (lo reflejan sus cartas y la memoria viva que de él tienen los nietos que lo conocieron), y luego con todo el clan de sus dos hijas mayores y sus nietos.
· Hombre recio para el trabajo: Al no poder casi ejercer su profesión de abogado brillante (graduado en el Colegio El Rosario en 1881) por razones en gran parte de tipo político, se dedicó a la apertura de tierras en el Quindío y en el Páramo del Ruiz en unión de su hermano Pedro José, así como a la mina de Toldafría y otras en Villamaría y Filandia, lo que le permitió formar un sólido patrimonio con el cual han vivido mucha parte de sus descendientes por más de 70 años.

Se ha hablado del uso del alcohol por parte del Dr. Londoño en algunas etapas de su vida, pero no parece haber afectado su forma notoria los valores de su personalidad ni sus lazos familiares. Sin pretender excusarlo, la dura fuerza de la labor de las fincas, los frecuentes y largos desplazamientos exigidos por su trabajo, la ausencia de otras formas de esparcimiento como las que tenemos hoy explican esta costumbre, muy ligada por otra parte a la cultura de nuestro pueblo.

1.2. Los hijos del Dr. Londoño
Muerto el Dr. Londoño (16 de diciembre de 1926) al año siguiente se sigue la sucesión bajo la asesoría del Dr. Alejandro Hoyos Robledo, abogado destacado de Manizales. Los derechos hereditarios de Merce los vendió a Antonio Jota (23 agosto 1927); los derechos de Alicia los negocian con ella y Rafael, y los vende, por medio de su apoderado, Pedro José Londoño, a Antonio Jota, Eduardo Jaramillo y Jesús María Vallejo, previa licencia judicial, en abril de 1928 (Notaria 2° de Manizales) y queda una deuda que se irá amortizando poco a poco.

Viene luego un período difícil -el de la crisis del año 29- que prácticamente lleva sus coletazos hasta 1934. Sufren todos en las fincas y Antonio Jota además en el comercio; Rafael y Alicia también tienen sus momentos económicos muy difíciles.

Las empresas agropecuarias de Teresita y Elvia se van consolidando. En la primera (El Ocaso) trabajan Ignacio y Arturo Vallejo con una cierta supervisión de Jesús María, quien fallece a fines de 1935; en la segunda (La Alquería) José Luis y Antonio Jaramillo llevan el peso del trabajo con la presencia de Eduardo Jaramillo, ya muy disminuido por la edad, por el uso de alcohol y sobre todo por un derrame cerebral que sufre a mediados de 1934; se habla incluso de llevarlo a U.S.A. (Rochester) pero no se lleva a cabo por el estado del paciente. Elvia está en La Alquería con las hijas y lo atienden hasta el final (1937) y allí fallece.

1.2.1.María Teresa (1886-1985)
María Teresa es la mayor y la gran heredera del temple y empuje del Dr, Londoño. Se educa en el hogar, bajo la guía de Virginia que era maestra, y luego en el Colegio de La Presentación de Manizales, recién fundado en la ciudad. Hermosa, distinguida y de fuerte personalidad se casa en 1905 con Jesús María Vallejo, de El Retiro, con parentesco por el lado de Mejía y bastante mayor que ella.

Al fallecer Virginia (en 1914) y venir a menos Jesús María, se vincula mucho con el Dr. Londoño y ejerce un fuerte liderazgo en la familia, el cual se haría más fuerte al morir su padre en 1926.

Le toca una dura tarea para consolidar el patrimonio familiar cuando en plena crisis del 29-32, se divide la Antigua Española y ella asume El Ocaso. Dentro de este contexto de crisis, afronta la realidad con Ignacio (fallecido en 1955) y Arturo (fallecido en 1948). Sin la ayuda de los hijos varones empieza una nueva etapa con la ayuda de Leticia y Susana, ambas de gran coraje aunque con estilos diferentes. (Leticia con gran temple y Susana con gran sentido común).

Al casarse Leticia con Eduardo González de la Ceja (Antioquia) quien había sido administrador de Antonio Jota en La Española, la figura de Eduardo juega un papel valioso en la familia, tanto más cuando al morir Ignacio Vallejo deja cinco hijos pequeños de los cuales se hace cargo económicamente Teresita, pero siempre bajo el cariño y rigor maternal de Rosita Gutiérrez, mujer de extraordinaria personalidad. Son otro Arturo y otro Ignacio que se incorporan al grupo junto con su mamá y sus tres hermanas (María, Mercedes, Cecilia y Maria Teresa).

En este periodo, ya viuda y sin hijos varones, resaltan fuertemente su lucidez, energía y serenidad. Entre 1942 (muerte de Merce), 1954, muerte de Elvia, su inseparable hermana; 1973 (muerte de su hija Inés y su hermana menor Alicia) y 1978 (muerte de Antonio Jota) queda sola pero enhiesta y asume su papel sin fisuras hasta su fallecimiento en 1985, pronta a cumplir los 100 años y quedando como la última de sus hermanos a pesar de ser la mayor.

La marcha de los negocios de El Ocaso, el progreso de sus nietos en el estudio y todos los problemas anexos no le son ajenos, ayudada por su prodigiosa memoria. Alguno en la familia la apodó “Misiá Enteresa”.

Las anécdotas son muchas pero transmitidas por observación y tradición oral. Muy poco amiga de fotos, de papeles innecesarios y de evocar recuerdos viejos de familia es toda una “matriarca” en la sociedad manizaleña (con la que cultiva pocas relaciones) y en la familia en la que constituye para todos un punto de referencia obligado. La firmeza imbatible e irrenunciable está acompañada de una delicadeza en las formas y de una discreta sonrisa que muy pocas veces la llevó a fruncir el seño.

1.2.2.Elvia (1887–1954)
Mujer muy bella, de piel morena y gran distinción, fue sin embargo una persona de bajo perfil, en parte explicable por la inseparabilidad de María Teresa a través de toda su vida.
Se casó en 1909 con su primo hermano Eduardo Jaramillo Mejía, (Hijo de Micaelita Mejía, hermana de Virginia) también de El Retiro, bastante mayor que ella y quien tenía negocios exitosos de importaciones en Medellín, donde residía con sus cuatro hermanas solteras, y a donde se llevó a vivir a Elvia. Un nuevo caso de endogamia como el de Tere y los de Antonio Jota y de Alicia.

De temperamento tímido, no pudo compaginar con sus cuñadas y primas hermanas, por lo cual ella y Eduardo –con Mary que había nacido en Medellín– se trasladan a Manizales. Allí se unieron al clan del Dr. Londoño que ya vivía con María Teresa y sus hijos, todos asesorados por la discreta sombra de Merce.

Las cuñadas Jaramillo se regresaron a El Retiro, a la casa de los abuelos Papá Pedrito y Mamá Anita, y allí vivieron hasta la muerte de la última, Luisa, en 1962.

Elvia era una mujer – al igual que Teresita – muy piadosa y dedicada a su tarea de esposa y madre. Acompañó, con sus hijas, a Eduardo hasta su fallecimiento en la Alquería y luego se regresó a Manizales.

Sufrió con el alcohol de Eduardo y tenía anécdotas que reflejaban el horror al aguardiente. Enseñándole a su nuera Consuelo una receta para hacer panderos, que tienen un ligero sabor a anís, sacó del armario la botella de aguardiente, le echó la dosis prevista a la masa de los panderos, y el resto lo arrojó por la cañería de la poceta.
Murió relativamente joven en 1954.

1.2.3.Merce (María de las Mercedes) (1889 – 1942)
La tercera de las hijas del Dr. Londoño y Virginia, nació con un defecto en los brazos que tenía un poco más cortos y no podía extenderlos de manera normal. Fue un dolor grande para sus padres pero al mismo tiempo, se esmeraron en educarla con un fuerte sentido de superación, sin sufrir complejo alguno.

Tuvo la educación normal del colegio según su generación. Era muy recursiva en pintura, en bordado, en el cultivo del jardín, en la cocina (sobre todo para hacer dulces). Acompañó muy de cerca al Dr. Londoño y ejerció un papel firme discreto y cariñoso con todos los sobrinos Vallejo y Jaramillo que la querían muchísimo. A mediados de 1926 viajó con su padre a Medellín pues él quería visitar su hija Alicia y conocer a su nieto Manuel Ignacio.

En 1927, meses después de la muerte del Dr. Londoño, ingresó sorpresivamente al monasterio de la Visitación de Manizales en donde tomó el nombre de Sor María de Sales, sin perder la vinculación afectiva con su familia.

Se conserva una necrología escrita a su muerte (6 de diciembre de 1942) por las Religiosas del Convento, en la que se destacan sus virtudes de persona consagrada, en especial su humildad, su discreción (por esta razón la nombraron “tornera” o portera a través del torno durante largos períodos). La causa de su muerte a los 53 años parece haber sido la tuberculosis, dadas las austeridades del tipo de vida elegido y el edificio tan poco apto para esa vida de encierro (humedad, poca luz, pocos espacios de aire y de sol).

1.2.4.Antonio José (1891-1978)
El primero de los hombres después de tres hermanas, fue acogido con gran afecto por los papás.

Recibió la educación del hogar y del colegio posible en el Manizales de su época y pronto se orientó hacia el comercio, mientras vivió el Dr. Londoño más dedicado a la finca. Fue empleado de las Droguerías Unidas y tuvo un almacén en Armenia.
Se casó con su parienta Cecilia Mejía Jaramillo, hija de Demetrio Mejía (de El Retiro) y de Manuelita Jaramillo Mejía, prima hermana de Antonio (hija de Pastorita Mejía) otro caso de endogamia.

Cecilia fue una mujer de grandes virtudes domésticas, muy dedicada a su hogar y profundamente piadosa. Su temperamento tímido contrastaba con la personalidad vigorosa y en veces absorbente de Antonio Jota en un contraste que quizás marcó a sus hijos.

Antonio Jota fue un trabajador infatigable: comerciante exitoso, finquero creativo, miembro de juntas bancarias en Manizales, empresario de panela en grande con la fundación de “La Ramada” una de las principales procesadoras de panela del Antiguo Caldas y que se debió clausurar por la enorme carga prestacional y las exigencias desmesuradas de los trabajadores sindicalizados.

El almacén España, cuya propiedad compartió durante algún tiempo con su socio Ramón Londoño, fue uno de los más grandes y bien surtidos de Manizales durante casi 40 años, y allí ofreció trabajo a varias personas de la familia, entre ellos a su cuñado Eduardo Jaramillo, su sobrina Sofía Jaramillo, lo mismo que a varios de sus hijos. El almacén que decayó por la aparición de los almacenes competidores tipo cooperativa (como el LEY) se clausuró hacia 1971.

En la Española sembró pastos nuevos, como el “Yaraguá Uribe” hacia 1932, llevado desde Medellín a través de don Germán Saldarriaga con quien lo conectó Rafael Restrepo. Llevó así mismo toros reproductores de varias razas nuevas de la hacienda de Jesús del Río en Zambrano y construyó un baño de garrapaticida con las mejores especificaciones de esa época. Tampoco olvidó los frutales variados a través de la arboleda sembrada al frente de la casa.

Amplió el área de La Española por compra de la finca La Dolores, que llamó “Santa Cecilia”, y para unirlas construyó un puente sobre el río Roble.

En unión con sus hermanas y sobrinos llevó a su sobrino Rodrigo Restrepo (hijo de Alicia) para construir el tramo de carretera de penetración desde La Española hasta el Ocaso, lo cual facilitó tanto la llegada de pasajeros como el acarreo de productos. Ya existía el tramo desde Santa Ana hasta La Española.
Tuvo situación económica difícil con la crisis del año 29 – 32 pero la superó.
Su empuje lo llevó inclusive, sin hablar inglés, a viajar con un amigo a los Estados Unidos, parece que en 1918, para hacer conexiones de tipo comercial y traer mercancía para su almacén.
Falleció a los 87 años en 1978

1.2.5.Alberto
Poco sabemos acerca de él. Murió pequeño (quizá de 6 u 8 años) en La Española, seguramente de fiebres palúdicas y dados los pocos recursos médicos de su época.
Su cadáver fue sepultado en Filandia en donde se encuentra su partida de defunción.
Su muerte afectó tanto a Virginia que nunca quiso volver a La Española.

1.2.6.Alicia (1900-1973)
Bautizada con el nombre de María Alexia, y así siempre la llamó el Dr. Londoño, cambió su nombre por el más usual socialmente de Alicia.
Huérfana de madre a los 14 años, Teresita (quien era su madrina de bautismo) tuvo mucha influencia en su formación.
Se educó primero en Colegios de Manizales y luego la enviaron como interna al Sagrado Corazón de Bogotá, que estaba recién fundado (las Religiosas las trajo el General Reyes), el cual tenía educación muy elitista y a la europea, sobre todo a la francesa (aprendían bastante de esta lengua). Allí tuvo como compañeras a varias manizaleñas entre ellas a Lelia Arango (esposa más tarde de Ricardo Londoño Mejía, primo doble de Alicia), Sophy Pinzón, Tulia Jaramillo (más tarde religiosa del Sagrado Corazón) y otras.

En una venida a Medellín con otras de sus primas conoció a Rafael Restrepo Ángel (1894-1983) hijo de su prima hermana Emilia Ángel, con quien sostuvo un noviazgo por carta hasta que se casaron en Manizales el 1° de enero de 1925. Otro caso de endogamia.

Rafael, casi seis años mayor que ella, era un hombre de personalidad excepcional, el típico “Self Made Man”. Con estudios apenas hasta 2° de bachillerato, debió vincularse muy joven al mundo del trabajo que fue para él una verdadera universidad de la vida, pues tenía siete hermanos y una economía familiar muy estrecha. El primer empleo que tuvo, como mensajero de oficina a los 15 años, se lo dio Eduardo Jaramillo Mejía, “primo hermano de mi madre y hombre de gran inteligencia, preparación y valor moral quien me ocupó en su oficina de representaciones de casas extranjeras y me transmitió en poco tiempo enseñanzas de gran utilidad para mí en el futuro” (cfr. Memorias familiares de Rafael, P.18).

Alicia formó un hogar ejemplar, muy dedicada al esposo y a los hijos, y mujer muy piadosa. Tenía una gran distinción en su porte y modales y supo acoger siempre con gran cariño a los parientes de Rafael (algunos eran comunes por el Mejía de ambos). Conservó con esmero los nexos con la familia de Manizales. A Medellín venían sus sobrinas (tenían especial predilección por Susanita Vallejo y Leonor Jaramillo) y en Manizales también apreciaban mucho todos a Rafael. Los nexos de familia entre los Restrepo–Londoño y sus parientes Manizaleños se han mantenido vivos.

Tenía un gran sentido del valor de la educación para sus hijos. Supervisar las tareas, corregir la ortografía, escogerles lecturas adecuadas a la edad de cada uno eran algunas de sus preocupaciones en este campo. Esto se reflejó también en que sólo en la familia de Alicia hubo profesionales entre los nietos del Dr. Londoño; los de Manizales gravitaron mucho más alrededor de la finca o del comercio y sólo en los biznietos hubo profesionales.

Se integró mucho a la sociedad de Medellín en donde se le quiso y admiró, sin que por eso fuera persona de clubes o de intensa vida social
. Falleció en 1973.

Redacción hecha por Diego Restrepo L. con base en lo escuchado en la reunión, en recuerdos personales recibidos en su propio hogar y en el de los tíos así como en algunos documentos del archivo personal y familiar.
(Imagen: de izquierda a derecha: Antonio J, Ignacio, Merce, Elbia, Maria Teresa y Virginia)